Amor declarado en primera instancia
y antes de convertirse en sentencia ejecutoriada
he solicitado la nulidad del proceso en que ha existido
una errónea aplicación del derecho.
Vea Su Señoría Ilustrísima
que tengo derecho a defenderme
de esto que se me acusa injustamente.
Reconozco mi participación
desde el momento que su mirada
se cruzó con la mía.
Al parecer se configuró el hecho típico
cuando ya no podía arrancarlo de mi mente.
Tipificado en todas las normas pertinentes,
previsto y sancionado en los artículos siguientes.
Sin embargo mi conducta no es culpable
en atención a lo que a continuación expongo a los presentes.
Señores Ministros, es del caso señalarles
que si bien ha existido una conducta típica y antijurídica
ésta no es, en modo alguno culpable,
puesto que no existió dolo ni culpa
en el delito de enamorarme.
¿Cómo podía prever que esto sucedería, señores Magistrados,
cuando mi corazón yacía apagado desde hacía tanto?
¿Cómo podía querer este resultado, si tan sólo me lo hubieran preguntado
desde el primer momento lo habría rechazado?
Es así como les digo, amables oyentes,
que ni siquiera se me apareció la posibilidad remota
de que eventualmente esto sucediese.
Y hoy me veo imputada, señalada por la espada de la justicia
denunciada por una víctima ausente
investigada hasta en mis pensamientos,
periciadas hasta las lágrimas y juzgada por quererle.
No me pregunten si reconozco, porque ya lo he dicho,
sólo de una cosa me arrepiento en todo este malentendido,
de que el verdadero culpable por la calle anda tranquilo.
En mérito de lo expuesto, solicito a los Ilustrísimos
acojan mi pretensión y procedan a exculparme
por no haber intención en el delito cometido.
En subsidio solicito, que de encontrarme culpable
del delito que se me imputa, se considere mi irreprochable conducta.
En atención a lo anterior y conforme lo establecido
en las normas pertinentes y en las leyes del amor,
solicito ka nulidad de la sentencia y del proceso
en que injustamente se me acusó. Porque
¿Quién controla los impulsos del corazón?
y antes de convertirse en sentencia ejecutoriada
he solicitado la nulidad del proceso en que ha existido
una errónea aplicación del derecho.
Vea Su Señoría Ilustrísima
que tengo derecho a defenderme
de esto que se me acusa injustamente.
Reconozco mi participación
desde el momento que su mirada
se cruzó con la mía.
Al parecer se configuró el hecho típico
cuando ya no podía arrancarlo de mi mente.
Tipificado en todas las normas pertinentes,
previsto y sancionado en los artículos siguientes.
Sin embargo mi conducta no es culpable
en atención a lo que a continuación expongo a los presentes.
Señores Ministros, es del caso señalarles
que si bien ha existido una conducta típica y antijurídica
ésta no es, en modo alguno culpable,
puesto que no existió dolo ni culpa
en el delito de enamorarme.
¿Cómo podía prever que esto sucedería, señores Magistrados,
cuando mi corazón yacía apagado desde hacía tanto?
¿Cómo podía querer este resultado, si tan sólo me lo hubieran preguntado
desde el primer momento lo habría rechazado?
Es así como les digo, amables oyentes,
que ni siquiera se me apareció la posibilidad remota
de que eventualmente esto sucediese.
Y hoy me veo imputada, señalada por la espada de la justicia
denunciada por una víctima ausente
investigada hasta en mis pensamientos,
periciadas hasta las lágrimas y juzgada por quererle.
No me pregunten si reconozco, porque ya lo he dicho,
sólo de una cosa me arrepiento en todo este malentendido,
de que el verdadero culpable por la calle anda tranquilo.
En mérito de lo expuesto, solicito a los Ilustrísimos
acojan mi pretensión y procedan a exculparme
por no haber intención en el delito cometido.
En subsidio solicito, que de encontrarme culpable
del delito que se me imputa, se considere mi irreprochable conducta.
En atención a lo anterior y conforme lo establecido
en las normas pertinentes y en las leyes del amor,
solicito ka nulidad de la sentencia y del proceso
en que injustamente se me acusó. Porque
¿Quién controla los impulsos del corazón?
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