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Mostrando entradas de octubre, 2011

Pequeños detalles

Todos tenemos día buenos y malos. A veces un mal día se hace sólo por un pequeño espacio de tiempo en que vivimos una decepción, una mala noticia o un momento desagradable. Pero el tener un buen día muchas veces depende de nosotros mismos. Somos nosotros y no el azar quien decide por regla general si hacemos de los pequeños momentos que conforman un día, uno bueno o malo. Por ejemplo hoy, al salir del tribunal, pasé por la florería y compré unas gerberas en tonos cálidos, para alegrar mi oficina... y lo han logrado. Quiero decir con esto, que son los pequeños detalles o pequeñas consideraciones que tenemos con nosotros mismos, los que muchas veces nos permiten llevar vidas más felices, con menos amargura y tensión. La mayor parte del tiempo, culpamos a los demás de nuestras infelicidades, frustraciones o fracasos y no somos capaces de asumirnos como los guías de nuestro destino o como los dueños de nuestras vidas. La verdad es que se nos hace más fácil v

Con energías renovadas

Héme aquí, retomando mis funciones con normalidad, mientras al llegar me he encontrado con un ambiente algo hostil. Y no es por mi culpa. Me da la impresión de que algo cambió en el tiempo que estuve fuera de las lides laborales, fue como si mi alejamiento hubiera durado meses y todo lo que parecía funcionar normalmente antes de irme, se hubiera desmoronado con velocidad. Lamentablemente para los demás, yo me encuentro bastante bien y tranquila, libre de todas las hostilidades, porque tampoco es mi intención caer en la amargura y estrés de los demás. Además, el descanso me sirvió para reflexionar bastante sobre mi posición en esta ciudad y sobre mi salud mental en general. Como llegué a trabajar demasiado light y con otra disposición, me siento más tranquila y confiada en no perder la calma ni el autocontrol. La verdad es que el aire espeso y la hostilidad no van conmigo, por lo menos por ahora.

Licencia Médica, materialismo y otras banalidades.-

No me había animado a escribir, porque no había estado muy animosa tampoco. La seña más grande de todas, es que me ha dado una enfermedad de niños pequeños, como diciéndome lo cabra chica que continúo siendo. Pero no temáis, porque a pesar de mostrar una cara bastante falsa de lo que podría ser, sigo siendo la misma persona, con los mismos intereses de siempre. Y es que a veces me sobra tiempo para decir estupideces que otros se creen verdad… Siendo sincera conmigo misma y con quienes me rodean, me da exactamente lo mismo aparentar ser alguien… y me da lo mismo, porque definitivamente soy alguien, común y corriente, una simple mortal, que un día cualquiera de la vida puede tener varicela, o puede terminar trabajando en una ciudad tan insípida como Chañaral. A veces creo que trato de engañarme con banalidades, como para inventarme pequeñas felicidades, pero al final, retorno a mis cuatro paredes y encuentro la felicidad allí, donde siempre estuvo, en mí misma. A pesar de hab