Todos tenemos día buenos y malos. A veces un mal día se hace sólo por un pequeño espacio de tiempo en que vivimos una decepción, una mala noticia o un momento desagradable.
Pero el tener un buen día muchas veces depende de nosotros mismos. Somos nosotros y no el azar quien decide por regla general si hacemos de los pequeños momentos que conforman un día, uno bueno o malo.
Por ejemplo hoy, al salir del tribunal, pasé por la florería y compré unas gerberas en tonos cálidos, para alegrar mi oficina... y lo han logrado.
Quiero decir con esto, que son los pequeños detalles o pequeñas consideraciones que tenemos con nosotros mismos, los que muchas veces nos permiten llevar vidas más felices, con menos amargura y tensión.
La mayor parte del tiempo, culpamos a los demás de nuestras infelicidades, frustraciones o fracasos y no somos capaces de asumirnos como los guías de nuestro destino o como los dueños de nuestras vidas. La verdad es que se nos hace más fácil visualizar las falencias en los demás, que nuestras propias taras y, por eso mismo, elegimos constantemente los caminos que nos conduzcan con mayor rapidez a una estabilidad emocional, sin pensar tal vez en mejorar nuestra propia calidad de vida.
No siempre vamos a encontrarnos haciendo lo que nos gusta, y cuando llegue ese momento, hay que enfrentarlo con mucha calma y paciencia, porque como enseña el I Ching "no hay lluvia torrencial que dure todo el día", queriendo decirnos que los cambios se suceden todo el tiempo y que debemos asumir que un mal momento pasará.
Por ello les invito a hacernos de buenos momentos y de hacer la diferencia entre una vida gris, a una vida con hartos puntitos blancos.
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Amiga, que hermosa reflexión. Lo mejor es que justo andaba patiando la perra y me acordé de ti, te leí y ahora, sumida en tus letras, he encontrado algo de calma.
ResponderEliminarEsos son los pequeños detalles.
Mañana nos juntamos las abogadillas, te recordamos siempre.
Te quiero mucho, besos!!!