No me
había animado a escribir, porque no había estado muy animosa tampoco. La seña
más grande de todas, es que me ha dado una enfermedad de niños pequeños, como
diciéndome lo cabra chica que continúo siendo.
Pero no
temáis, porque a pesar de mostrar una cara bastante falsa de lo que podría ser,
sigo siendo la misma persona, con los mismos intereses de siempre.
Y es que a
veces me sobra tiempo para decir estupideces que otros se creen verdad…
Siendo
sincera conmigo misma y con quienes me rodean, me da exactamente lo mismo
aparentar ser alguien… y me da lo mismo, porque definitivamente soy alguien,
común y corriente, una simple mortal, que un día cualquiera de la vida puede
tener varicela, o puede terminar trabajando en una ciudad tan insípida como
Chañaral.
A veces
creo que trato de engañarme con banalidades, como para inventarme pequeñas
felicidades, pero al final, retorno a mis cuatro paredes y encuentro la
felicidad allí, donde siempre estuvo, en mí misma.
A pesar de
haberme enfermado, sigo siendo feliz. Los días amanecen soleados igual, mis
papás están ahí para cuidarme, mis amigos para acompañarme y la vida continúa
pacíficamente…
Me da un
poco de lata ser tan indiferente con el futuro, las relaciones y los bienes,
pero es que no me veo de otro modo… no concibo mi vida planificando cada lugar
al que me decida a ir, tampoco me veo buscando por cielo, mar y tierra a mi
hombre ideal, ni tampoco me veo trabajando arduamente para tener la
“estabilidad económica” y financiera que corresponde… o sea…
Quiero que
mi vida sea como es hoy. Trabajar en algo que me guste, en un lugar que me
guste, no andar sufriendo porque se me va un tren que no quiero tomar, ni
tampoco acumular cosas que no me llevaré donde me vaya…
Creo que
mis necesidades son bastante menos que las de otras personas. Hay cosas que me
gustan que son de una banalidad extrema, como el ranking Billboard, la ropa de
moda, el sushi, ir al casino, las joyas, etc… pero de ningún modo se
transforman en mi vida, ni menos se convierten en necesidades. Por eso digo que
tengo menos necesidades… Y la verdad es que he vivido bastante bien con lo que
cabe en mi maleta y unas cuantas lucas para hospedaje y comida.
Las
banalidades son necesarias, no hay que ponerse grave tampoco, ni amarrete. De
vez en cuando es bueno y “macabro” darse un gusto chori, como ir al cine, a
carretear, comer algo rico, tomarse un vinito topis, hacer un viajecito corto.
Además
siento que, en cierto modo, uno trabaja para momentos como esos, en que
decidimos darnos un gusto que cuesta plata… y si no es para eso, es para algo
que necesitamos, como por ejemplo, pagar una consulta médica (que fue lo que me
pasó a mí).
En todo
caso, creo que la cabeza con agua sucia de Chañaral no se me ha pegado y sigo
pensando como siempre… por lo visto, no se me ha sulfatado el cerebro
(todavía).
Mi
licencia médica dura hasta el día sábado… tengo todavía tiempo para meditar mis
acciones y arreglar lo estropeado con mi inconsciencia febril.
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