A pesar de que el día de la mamá es el 10 de
mayo de cada año, yo me rindo ante el libre mercado y dedico estas líneas en el
día domingo que corresponde que compre las mejores ofertas para mamá.
Bueno, este día de la Mon (es el spanglish de “mom”
y es así como yo le digo a mi mamá), será un poco diferente, porque este es el
primer año que paso fuera del nido.
Y es que la vida es así… las mamás están todo
el tiempo ahí: Cuando estás creciendo como una bolita dentro de su cuerpo,
cuando tienes que salir de allí, cuando tiene que alimentarte, cuando
balbuceas, aprendes a caminar, a leer y escribir, cuando tienes dramas en la
escuela, te peleas con el pololo, te va mal en la universidad, o tienes
problemas en el trabajo…
Y te vas de la casa, ya no sigues las reglas de
antes, pero tengan por seguro que sigue ahí… si almorzaste, si dormiste bien,
si tienes un buen viaje, si pagaste las cuentas, si hiciste los trámites…
Así son las mamás. Y así es la mía también.
Como cada relación de amor, es un poco compleja
también, a veces discutimos feo y nos enojamos, pero la mayor parte del tiempo
nos llevamos bien.
Ahora las cosas han cambiado un poco. Ya no
paso los días en La Serena
pensando en qué cosa rica y diferente voy a hacer para el almuerzo con mi mamá,
y la cocinera de las pizzas que le gustan a ella se demora bastante en aparecer
desde Chañaral. Así yo también puedo esperar meses para comer del pastel de
papas que ella me preparaba para ocasiones especiales (incluido el día de mi
examen de grado, cuando no podía ni tragar saliva).
Debo reconocer que la echo de menos, porque por
veintiséis años fue mi compañía diaria y teníamos un sistema de vida, un
lenguaje medio extraño, nos apoyábamos y cuidábamos… éramos amigas. Y lo
seguimos siendo, sólo que a la distancia.
No es que quiera menos a la Mon por haberme ido de la
casa, era algo que tenía que suceder. Sé que para ella debe haber sido difícil
también (o sea, cómo no iba a extrañar a este dechado de virtudes y persona
maravillosa que soy yo) y por eso quería saludarla en base a nuestra nueva
situación.
Almorzando en la cocina entre las ollas y estropajos (año nuevo 2012). |
Y, la verdad de la milanesa, es que hablamos
por teléfono día por medio… jajajaja… y voy algo así como una vez al mes a La Serena. Para el cumpleaños de
mi mamá, llegué justo antes de que se acabara el día, así que no hay reproches
(aunque le debo el regalo todavía, pero no por mi culpa). Es sólo que este día
me puso un poco sensible, porque no puedo viajar cuando quiera, y tengo que
esperar hasta la próxima semana (jijiji).
Y como siempre digo, voy a esperar que se
despierte, para saludarla. Jajajajajaja.
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