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Miedos

El miedo, según la Real Academia de la lengua española, es una "perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario".

Creo que todos, en mayor o menor medida, sentimos ese temor en algunas circunstancias o frente a ciertos acontecimientos. Por ejemplo, el caso de las fobias es muy común. El miedo irracional y patológico hacia una araña, hacia la posibilidad de volar, o lo que sea.

Pero hay otros miedos que nos acomplejan como seres humanos. El temor a la soledad y la dependencia emocional. He escuchado muchas personas que me dicen que no pueden estar solas, que no son felices solos, que necesitan estar acompañados por alguien. Y no entienden que eso está mal. Muy mal. Porque ahí se vislumbra un problema de autoestima. Yo tengo que ser capaz de amarme a mí mismo y de procurarme felicidad estando solo, estableciendo ese factor como la base de mis relaciones con los demás.

Al principio a uno le cuesta entender esas cosas y, cuando es inmaduro emocionalmente, cree que la media naranja de turno es la que le provee de aquello tan esquivo que es la felicidad. Lamentablemente, cuando esa media naranja se pudre y ya no quiere verte ni en pintura, es cuando nos damos cuenta que el problema no es que no supimos amarlo como correspondía, sino que a la inversa, no supimos amarnos a nosotros mismos como correspondía, y nos transformamos en seres infelices y con miedo a la soledad.

Por eso es bueno aprender a disfrutar de la soledad. Cambiar la concepción errónea del "espacio propio", porque lo que se debe tener claro es que disponemos de toda una vida para el YO y  que lo que corresponde realmente es hacerse un "espacio para los demás". Y si lo piensan bien, no tiene nada descabellado lo que estoy diciendo, porque es agotador vivir tratando de darle en el gusto a los demás, cumpliendo sus peticiones, preocupándose por ellos como si fuéramos superhombres o supermujeres, o como si no tuviéramos opinión que valiera.

Cuántas veces les ha pasado a esos que no pueden estar solos, que lo único que quieren es que su pareja "los deje" salir con amigos a tomarse un café o traguito y no son capaces ni siquiera de hacer respetar su opinión. Es casi un tema de vulneración de derechos. Hay que partir por tenerse más respeto y ser menos condescendiente cuando no corresponde.

Otro temor ligado a la inmadurez emocional es el miedo al compromiso. Y créanme que no hablo de ponerse ni regalar un anillo prometiendo amor eterno. Eso lo hace cualquiera y hasta con los dedos cruzados en la espalda para ver si así se zafa. El temor al compromiso va de la mano también con la baja autoestima, porque la persona se siente incapaz de establecer una relación duradera y a largo plazo. Recuerdo perfectamente una vez que dije "yo creo que esta relación no va a durar mucho" y, casi inconscientemente trabajé sin descanso para que fracasara, hasta que sucedió mi premonición.

Y no es que haya sido bruja prediciendo el futuro, sino que el miedo a sufrir es tan grande, que uno prefiere que la relación se frustre lo más pronto posible, porque después es más difícil destruir un hogar. Y nótese que esto lo escribo desde mi propia irracionalidad, porque me puse en el supuesto ineludible de que siempre, todas y cada una de las relaciones que entablemos en esta vida, se van a acabar. Este último punto es completamente cierto. Lo que no es lógico ni razonable es tener miedo al quiebre.

No es lógico, porque es ineludible. Siempre va a pasar. Y nada de pelotudeces de amor eterno y amor después de la muerte. Las relaciones se acaban. Y no es razonable porque el quiebre es una circunstancia normal de la vida que todos debemos atravesar. Y generalmente, en más de una oportunidad.

¿Cuál es la solución? Pensar en las relaciones como en los secuestros (jajajaja). Quitándose de bromas, los secuestros son permanentes, al igual que las relaciones. Me refiero a que un delito de secuestro es permanente porque persiste en todo el tiempo en que se comete y durante todo ese tiempo se consuma. Las relaciones también. Uno debe establecerlas como si fuera a cometer un secuestro. Va a ser permanente, porque va a existir durante todo el tiempo que se lleve a cabo. Sin embargo, uno tiene que estar consciente de la posibilidad del fin de nuestro secuestro-relación. Pero ello no debe ser motivo de paranoia, sino que más bien, debe impulsarnos para trabajar por relaciones más felices, sin pensar en el tiempo de su duración.

Claro que también hay que dejar de lado la concepción de que las relaciones más comprometedoras son más asfixiantes, porque aunque así sea, pensar en ello no nos hace más felices. Tampoco se trata de dejar pasar el tiempo sin decirle que no al susodicho, porque se va a crear un montón de expectativas y después se va a llevar la gran sorpresa: que no quería lo mismo que una.

Lo primero que debemos hacer es reconocer el miedo y verlo cara a cara. 

¿Cuál es el aporte de decir "tengo miedo"? Primero, que se transforma en un tema y dejamos de evadirlo. Segundo, que al dejar de evadirlo, podemos darnos cuenta de que se trata de un problema. Tercero, porque al ser un problema, requiere de solución. Y cuarto, porque en la búsqueda de la solución, lo más probable es que la encontremos y arreglemos una parte importante de nuestras vidas.

Entonces, a reconocer el miedo, para dejarlo por ahí botado junto a un montón de sentimientos inservibles que vamos acumulando durante la vida.



:)

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