Hace varios días que quería manifestar mi inquietud por la seguidilla de actitudes violentas que he visto en los medios de comunicación y en los que se han visto involucrados jóvenes, autoridades, funcionarios públicos y ciudadanos corrientes.
Desde el día 21 de mayo del presente, en que el Presidente de la República , Sebastián Piñera, entregó su cuenta pública en medio de constantes interrupciones y faltas de respeto por parte de algunas personas que habían asistido como público a dicha ceremonia, a mí me ha quedado dando vueltas en la cabeza esa imagen tan grotesca.
Luego, la agresión sanguinaria a un carabinero en medio de una protesta en contra de las centrales hidroeléctricas a cargo de “Hidroaysén”, las “palmadas” en la cabeza al Ministro de Educación, Joaquín Lavín, que le dieron alumnos de la Universidad Tecnológica Metropolitana. Y suman y siguen.
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Es muy fácil echarle la culpa a las autoridades por las cuales uno no votó. También es extremadamente fácil, encarar al Presidente, al Ministro (que nadie lo eligió), y al Alcalde por las cosas que no han hecho en el ejercicio de sus funciones, o que de frentón han hecho mal. Lo malo es el no utilizar las palabras adecuadas, la oportunidad adecuada, ni tampoco hacer uso del autocontrol.
Las colegialas mechonéandose en el suelo, mientras sus compañeras se ríen de ellas y las graban todas empolvadas y transpiradas; o los escolares que sufren de bullying, o maltrato por parte de sus otros compañeros de clase… son todas manifestaciones violentas.
Si alguien es hincha de un equipo de fútbol, prácticamente hay que cruzar la calle y no mirar a los ojos a los hinchas del equipo contrario, capaz que hasta lo maten si dice algo… Como si ser del colo-colo o de la U , hiciera a las personas mejores, como si al andar con una camiseta de fútbol anduvieran con una armadura. Sandeces.
Las detenciones ciudadanas, en que la gente se desquita con el delincuente antes de subirlo al carro policial, porque sabe que lo más probable es que se haga acreedor de una suspensión condicional del procedimiento y si mañana va a quedar libre, por lo menos que se vaya con unos dientes menos.
Las tías del jardín maltratando a los niños, las encargadas de los hogares de ancianos, los curas abusadores, los empresarios sinvergüenzas, los fanáticos religiosos, las peleas faranduleras, el maltrato animal, el abandono y maltrato de menores, la violencia de género y la delincuencia en general, son todas muestras de lo violenta que se ha tornado nuestra sociedad.
El llamado que pretendo hacer es a detectar oportunamente todas esas conductas que nos laceran como sociedad, a practicar el autocontrol, contar hasta diez y solucionar nuestros problemas por la vía del entendimiento y en forma pacífica.
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