Pucha,
Con esto de los ladridos lejanos, y del poema de recién, he recordado a un viejo amigo... por ahí, en alguna parte de mis archivos fotográficos debo tener todavía alguna foto suya.
Fue mi amigo por un día, recorrimos el mundo juntos, comimos, descansamos y nos acompañamos como si nos hubiéramos conocido de toda la vida.
Yo no sé si Pichicho todavía existirá en el mundo, tal vez una buena familia lo haya adoptado y amado más de lo que yo hubiera podido entregarle... o tal vez haya muerto de hambre o frío, y me estremezco de sólo pensar que su frágil cuerpecito pueda estar en este momento viviendo alguna penuria por causa del duro clima invernal.
Era leal como un perro, tenía una mirada triste de ojos brillantes, era un cachorro que comía lo que podía, sin dueño que lo buscara, sin alguien que lo amara, sin esperanza para el mañana...
Tuve que dejarlo ir, pero a diferencia de mis actos, mi corazón es traicionero y aún lo recuerdo con el dolor del día en que lo conocí y en que tuve que dejarlo ir.
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