Hace poco leí un artículo de psicología referido al amor maternal. Señalaba que“La clave de un mundo mejor comienza con en el amor de la madre por su hijo. El que no tuvo de niño la felicidad de sentirse amado no podrá nunca amar ni ofrecer a sus hijos el amor que no tuvo.”
Ello me genera la inquietud de si acaso las mujeres nos encontramos predispuestas a ser buenas o malas madres, dependiendo de cómo haya sido nuestra relación con nuestra propia madre.
El instinto maternal es aquella fuerza que nos obliga a cuidar, alimentar y proteger a aquel ser que salió del propio cuerpo, que en cierto modo forma parte de uno mismo, y toda aquella energía que se empleaba para ocuparse del yo, se emplea ahora para proteger al hijo.
¿Por qué esta inquietud?
Porque es muy frecuente ver dos tipos de mujeres muy definidos. Aquellas que harían lo que fuera por sus retoños, que no los dejarían solos por nada en el mundo y sacrificarían sus propios intereses y sus vidas por los de su hijo. Y también están aquellas que los abandonan, los dejan ir, los entregan a otras personas para su cuidado y continúan con sus vidas como si el hijo nacido se tratara de un objeto muy querido y que está bien cuidado por otros.
No concibo la existencia de este último tipo de madre. De hecho, me escandaliza. Tal vez la respuesta se encuentra en mi propia relación con mi madre, que permanentemente ha estado preocupada de mí, de lo que necesito, de lo que haga falta para que me encuentre bien.
¿Será esa la relación que predomine al momento de tener mis propios hijos, de decidir alguna vez tenerlos?
¿Será por eso que cuando veo una madre permanentemente preocupada de sus retoños, siento que eso ES lo que debe hacerse y que no existe otra forma de tratarlos?
Cuando veo a las mujeres separándose de sus hijos en los tribunales, siento que no es lo correcto. Independiente de los derechos de los padres, para mí la relación madre-hijo es un lazo que no debe ser destruido, ni limitado.
Cuando piensen ahora en cómo serán como padres o madres, piensen en cómo son sus propias relaciones parentales y por lo menos tendrán un indicio de lo que les espera.
Ojalá existieran menos personas que tienen la supuesta predisposición a no tener ese instinto maternal del que les hablo, porque tal vez así tendríamos seres humanos adultos más felices, con menos problemas psicológicos y tal vez menos odio y resentimiento.
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