Ya ni recordaba la última vez
que posé mi vista
en una partitura.
Las notas bailaban
como siempre,
rogándome revivirlas.
Y lo hice feliz.
Abandonada a la melodía,
y a esa hoja inerte,
donde las fusas escapaban
y las blancas descansaban.
Fui feliz,
la guitarra me esperaba, afinada
fue esa partitura,
en el momento indicado.
Me perdí en la música,
en la paz que sólo mis dedos
pueden transmitir,
y que mis oídos pueden disfrutar.
Dichosos los que pueden expresarse
a través de la música,
porque no necesitan
nada más.-
Comentarios
Publicar un comentario