En general, las personas en Chañaral son amables. Como toda ciudad chica, la gente no anda estresada por la calle.
Resuelven cualquier duda que uno tenga, pero con algo de timidez. Como que no están acostumbrados al turismo.
Las mujeres se ven bastante masculinas y distantes, al principio no entendía porqué, pero luego con el paso de los días, creo que tengo la respuesta.
Los hombres son descarados y degenerados. Nunca me había tocado ir a un lugar en que fueran tan desfachatados. Caminar por la calle es una verdadera tortura para una mujer que no está acostumbrada a este trato. Encuentro que no sólo es incómodo que absolutamente todos los hombres en esta ciudad miren como objetos sexuales a las mujeres, sino que me parece hasta macabro.
Entiendo la importancia del trabajo que vengo a hacer acá, en función de lo que he visto en mi andar por las estrechas calles de Chañaral. Las mujeres son víctimas de violencia. Los hombres se ríen de ellas. Aquí la impunidad es el mayor problema y la falta de conciencia que existe respecto a la dignidad de la mujer como tal.
Siento que esta causa se transformado en personal. No puede ser posible que cada mujer que venga aquí tenga que soportar este trato sexista y sometido, sólo por el hecho de ser mujer.
Lamentablemente esta es una ciudad de hombres, pero de hombres sin límites. Ellos son quienes generan mayores recursos para la comuna, ellos se sienten con el derecho de violentar, maltratar, amenazar y disponer de la vida de sus mujeres.
Nunca he sido feminista y no por lo que he visto acá me transformaré. Pero créanme que no miento. Salir a la calle con la sensación de que cada hombre que pasa por la calle te descuera, aunque andes con abrigo y tapada hasta el mentón, no es agradable. Estas manifestaciones “culturales” masculinas, son lo peor de Chañaral. Pero las mujeres están acostumbradas.
Tal vez por eso las mujeres se muestran impávidas, y hasta desafiantes en algunos casos.
Pero no creo que la gente en general sea mala. De hecho, anoche vi muy cerca de mi pieza, cinco autos abarrotados de tipos carreteando. Se gritaron para ponerse de acuerdo en algo y por eso me despertaron, pero no armaron ningún show, se distribuyeron y se fueron tranquilamente.
No creo tampoco que esta ciudad esté llena de violadores y psicópatas, sino que está llena de personas mal acostumbradas, que no saben qué es un trato deferente y respetuoso hacia la mujer.
En general, y tratando de ser objetiva, las mujeres acá no son muy bonitas. Hay pocas peluquerías, una farmacia, no hay gimnasio, lo que me dice que la demanda en belleza y cuidado personal aquí, no es mucha. No digo que no se cuiden, pero pareciera que no es prioridad. Y si lo hicieran más ¿Cómo sería la reacción de los machos?
Los hombres son desgreñados y barbones. La gran mayoría se mueve en vehículo, pasean a los niños chicos solos, sin mujeres. Andan de a varios, sobre todo esos que trabajan en faenas, comen en grupos, jotean todos a la vez, se dan vuelta para el mismo lado y gritan… no sé lo que gritan.
Los que andan paseando a los niños se creen minos. Y todos los que andan en auto… es como si el vehículo les diera el sexappeal que no les dio Jebús. A mí me parecen patéticos y algunos me dan risa, otros me dan miedo.
Hoy me joteó en la calle un tipo de la edad de mi papá más o menos. Venía con la mujer que, para su desgracia, se dio cuenta y lo retó y amenazó con pegarle. De hecho, cuando dobló en la esquina, le dio una patada en el trasero por jote. Al final, le llegó un coscacho.
Lástima que en el trabajo, la cosa es al revés. Las mujeres son víctimas de hombres como esos que un día las miraron con cariño y después las violentaron.
A esas cosas raras me refiero con la actitud de la gente. Hombres, mujeres y niños en una ciudad pequeña. Parece que el dicho “pueblo chico, infierno grande” era más cierto de lo que creí cuando me lo dijeron.
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