Toda mi vida, desde el primer suspiro que di en este mundo, he vivido en La Serena. Esta ha sido mi ciudad hogar por los veintiséis años de vida que tengo.
Quise escribir una despedida de mi ciudad natal, porque ha llegado el momento de partir.
Si bien, hace algún tiempo que transitar por las mismas calles me había cansado, hoy me es difícil decirles adiós.
Soy serenense de corazón, nunca tuve necesidad de una foto en el faro monumental, ni en la Recova. Los ocho kilómetros de playa podía disfrutarlos un día cualquiera y me alejaba de la Avenida del Mar los días feriados y de vacaciones.
Vi como las tiendas pequeñas se transformaban en multitiendas, conozco cada museo de mi ciudad, podría señalar cada monumento nacional y aún así, los visitaba con regularidad.
Pero al irme de La Serena , una parte de mí importante se queda, toda mi familia y mis amigos, quienes en busca de oportunidades, las han encontrado por ahora acá.
No tengo claridad cómo se darán las cosas ahora, pero sé que esto que me toca vivir hoy, es porque estaba preparada para hacerlo.
Extrañaré las comodidades y las múltiples posibilidades de entretenerse que hay en mi ciudad, a pesar de que siempre reclamé que era fome y que no había nada qué hacer.
Trataré de llevar en mi maleta los buenos recuerdos que tengo vividos en La Serena , y dejar los malos acá, enterrados para siempre en la ribera del río Elqui, o mezclados para siempre con el cielo limpio que tantas veces me vio llorar.
Creo que en otras circunstancias lloraría al irme, pero a un día de dejar la ciudad en que nací, pienso más en los desafíos futuros que en lo que dejaré atrás. Llevo meses aprendiendo a vivir de acuerdo a mis propias necesidades, sin preocuparme de los demás y no creo que este sea el momento de retroceder en lo aprendido.
La vida, en algunos casos, es muy corta, y uno no puede perder el tiempo planificándola, porque las oportunidades se escapan si no las vemos a tiempo. Yo sólo sé que esto llegó a mi puerta y lo tomé.-
Au revoir!
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