Uno de los temas que más se encuentra en boga por estos días en Chile, es el del matrimonio entre personas del mismo sexo versus el manoseado "acuerdo de vida en común".
Por lo que he podido ver y oír en los medios de comunicación, comentarios de reconocidos líderes de opinión, políticos y ciudadanos de a pie, en nuestro país todavía se trata a los homosexuales y a personas que tienen orientaciones sexuales distintas a la hetero, como si padecieran de alguna enfermedad viral o fuesen unos pervertidos. Lamentablemente, me da la impresión que como sociedad no estamos dispuestos a convivir con las personas sin discriminarlas por alguna causa, cualquiera que sea.
Vemos en la televisión cada día un nuevo caso de bullying entre los escolares, criticamos la violencia y discriminación con que se tratan entre ellos, culpamos al colegio de estas situaciones y los padres no son capaces de darse cuenta cómo ellos mismos discriminan a los demás a cada momento. Que este de la tele es maricón, que la tipa tanto es una suelta, que el futbolista es un héroe y macho, el empresario es ladrón y el político una basura. Si los padres no tienen la capacidad para fortalecer un pensamiento tolerante en ellos mismos ¿Cómo lo harán con sus propios hijos?
Asimismo, tampoco a las personas se nos da la posibilidad de "descubrir" nuestra orientación sexual. Desde las edades más tempranas, las niñas debemos jugar con muñecas, los niños con la pelota y nuestro estereotipo nos tiene que gustar. Cuando el hijo va con su papá el fin de semana al estadio, lo primero que aprende es que ese jugador que esquivó la patada es un maricón, y toda la vida se le reitera en todos lados que es malo ser maricón, que si le pega a una mujer es maricón, que si llora es un maricón, que no va a ir al cielo si es maricón, que dios no lo recibirá en su reino de luz si es maricón.
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Hablando de la necesidad de legislar sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, yo siempre he creído que se trata de falta de voluntad social para hacerlo. A los políticos, en cierto modo podría favorecerles en las encuestas captar la atención de ese porcentaje (sin estadísticas) no despreciable de homosexuales favorecidos con una iniciativa de este tipo y de simpatizantes del movimiento de liberación homosexual que sean ciudadanos.
El problema está en los grupos de presión, en las costumbres arraigadas y en la información parcializada que recibimos de los medios de comunicación y de la publicidad en general.
Es así como la sacra iglesia católica se ha adueñado de esta institución llamada matrimonio y la ha reservado sólo a quienes estén dispuestos a contraerlo como parejas heterosexuales porque eso es lo "natural". Ahora bien, con qué autoridad moral la iglesia católica viene a señalarnos qué es lo natural. Si mucho antes de que esta institución fuera creada y la religión católica masificada, el sexo y el amor entre hombres era aceptado socialmente, o por lo menos era visto como algo natural. Para muestra, un botón:
http://www.desdeelexilio.com/ |
Yo creo que la voluntad política de proteger a estas personas que actualmente se encuentran en la indefensión más absoluta, al no ser considerados familias en nuestro país, se manifiesta en la creación del proyecto de ley sobre "acuerdo de vida en común", que también protegerá a las personas que sin ser homosexuales, conviven con sus parejas.
Mi percepción, es que con esta actitud se evade el tema principal, que es la igualdad entre las personas. Si bien existen algunos derechos exclusivos, que sólo permiten a ciertas personas ejercerlos, debemos recordar que se trata de discriminaciones positivas, o sea, son derechos que buscan proteger a ciertos titulares que se encuentran en posiciones desventajosas en la sociedad, como es el caso de las personas con capacidades diferentes, los trabajadores respecto de sus empleadores, o los menores de edad.
El matrimonio en ningún caso debe considerarse como un derecho exclusivo, ni excluyente. Es una institución, un contrato, el cual, tal como la sociedad, debiese poder ser celebrado o instituido por dos personas, sin distinción de su edad, sexo, origen o condición.
Discriminar a una persona por su orientación sexual en la posibilidad o no de contraer matrimonio, es asimilable a discriminarla por ser ciego, o tal vez, por ver mejor que los demás.
Es responsabilidad de nosotros hacernos cargo de discutir este tema con altura de miras, porque quién sabe que alguno de nosotros sea homosexual, o nuestros padres, o hijos y para ellos es que todos debemos ser tratados, respetados y protegidos por el derecho en igualdad de condiciones.
MJR.-
MJR.-
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