Hace dos años
y medio escribí acerca de la relevancia de las pérdidas, consideradas como un
sentimiento de dolor por la ausencia de algo que en algún momento se poseyó. Al
respecto, hay un dicho que reza “a quien nada posee, nada puede quitársele”
y me ha resultado bastante cierto. Con dolor he perdido tanto en mi vida, que
hasta me he quedado un par de veces literalmente vacía, como ahora.
Mientras
algunas personas se preocupan por poseer más cada día y obtener el tan ansiado “bienestar
material”, yo me encuentro otra vez en la posición de ser simplemente feliz con
lo poco que tengo… y es que si me lo hubieran contado, no lo creería. A veces
pienso que mi necesidad de cambio era tan fuerte, tan poderosa, que las fuerzas
de la naturaleza confluyeron para que me quedara con lo puesto y partiera
desde cero.
Todo comenzó cuando decidí que quería algo diferente a lo que tenía a diario. En mi
cuenta del banco había algo de dinero, tenía un trabajo y algunas cosas que me
había comprado. Pero no era suficiente. De hecho fue esa insatisfacción la que
me motivó para querer cambiar.
Estaba
en ese proceso, cuando le di una nueva oportunidad a mi corazón, comenzando una
relación muy hermosa, que hasta el día de hoy se ha mantenido bajo el dicho del
“contigo pan y cebolla”, porque junto a mí y tal vez un poco antes, mi
compañero vivió el mismo proceso de vaciamiento.
Y sin
que lo hubiera planificado, porque estas cosas ocurren así, en forma abrupta
perdí mis pocos bienes de valor, el dinero que tenía en mi cuenta se terminó
agotando y me vi forzada a dejar mi trabajo. Me sentí despojada de todo lo que
había conseguido, dolida, humillada y desesperada. Pero tenía todavía algunas
herramientas que no había sabido valorar hasta ese momento.
Mi pareja
sacó fuerzas de no sé dónde y me apoyó emocionalmente de manera incondicional.
Restringimos nuestros gastos al mínimo, porque ya éramos dos sin trabajo, y
teníamos que enfrentar el terremoto económico como fuera. Así como estaba, en
menos de una semana yo tenía constituida jurídicamente la consultora, con
página web, redes sociales y tarjetas de presentación; en menos de un mes, ya
teníamos implementos de oficina y ahora sólo me queda la formalización ante impuestos
internos para facturar algunos trabajos que ya están hechos, y que no hemos
cobrado porque no nos ha apremiado.
Conjuntamente
con eso, me vi leyendo un poema de don Erasmo Bernales en el acto cívico de
aniversario Nº180 de la ciudad de Chañaral, participando del XX Encuentro
Internacional de Escritores en el Desierto de Atacama y, por si fuera poco, mi
amor (que le debo ahora gran parte de mi salud mental), me hizo un portal de
noticias para la comuna de Chañaral, que ha tenido mucha repercusión en menos
de un mes, porque está gestionado en convenio con la Radio Cobremar de Chañaral
y transmitimos las elecciones en conjunto y en vivo todo el día.
Por
estos días, el ser de luz que comparte sus días conmigo, encontró un buen trabajo
y, aunque tengamos que estar lejos a causa de esos turnos de tablas de multiplicar,
él se siente más feliz, porque llevaba muchos meses de inactividad y números
rojos.
Mientras
tanto, yo tengo tiempo para reflexionar cómo fue que en un mes y medio mi vida
cambió tanto y, aunque eso era lo que yo quería en primer término, jamás me
imaginé que sería de esta forma. Pero técnicamente el objetivo se cumplió y por
eso mismo me siento bien, porque deseaba con tanta firmeza una transformación,
que el sólo hecho de sentirme dueña de mi vida, de mi espacio, de mi tiempo y
de mis decisiones, me hace ser una persona feliz.
Y
termino esta entrada, sin cansarme de agradecer todo el cariño y el apoyo
férreo que he tenido de mi compañero de equipo, mi socio y pololo Jaime, porque
en gran medida gracias a él, yo hoy me encuentro en condiciones de decir que
soy una persona feliz con lo que soy, con lo que tengo y no quiero y no
necesito nada más que estar a su lado, abrazándolo, besándolo y disfrutando de
su amor.
<3
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