El otro día estaba escuchando en la radio ADN, a propósito de la renuncia
de Pablo Longueira a la candidatura presidencial, a un psiquiatra hablando
acerca de la depresión en Chile. Y es que independiente de las implicancias
políticas que haya tenido la dimisión del candidato, el hecho de que todos los
afectados hayan reforzado que esto se trata de un tema humano, dio para hablar
por fin de la causa que la había motivado; la depresión.
Proliferaron en todas partes los
psiquiatras y psicólogos, los famosos que habían pasado por lo mismo, todos
rasgando vestiduras, ya sea por los tremendos índices de depresión que hay
en Chile, por la falta de conocimiento
que existe sobre el tema, o para aclarar que en la mayor parte de los casos no
se trataba de esa enfermedad, para la cual se requiere una predisposición
genética, sino que más bien de un estrés laboral disfrazado.
Y, lamentablemente, pasó la vieja.
Ya todos estamos hablando del nuevo candidato presidencial de la derecha, en
vez de cuestionar el destino de la salud mental en Chile y la falta de
compromiso de todos los sectores políticos, tanto de gobierno como de
oposición, por un tema tan delicado para nuestra sociedad.
Porque querámoslo o no, la depresión
y el estrés afectan enormemente la productividad, y además de ser una
importante causal de deserción, incide directamente en las relaciones
interpersonales que se gestan en un trabajo, provocando el “mobbing” o acoso
laboral. Dificultades que se presentan tanto en el sector público como privado.
Por otro lado, en lo que respecta al
acceso a la salud, nos encontramos con un sistema público totalmente colapsado
y deficiente, cuyas áreas de salud mental no dan abasto para la cantidad de
habitantes que requieren de atención. Los profesionales psicólogos y
psiquiatras tienen sus horas de atención repletas hasta en tres meses más.
Ello, sumado a la ignorancia y a la falta de información que existe en torno a
la importancia que reviste la salud mental para el correcto desarrollo
personal, profesional y colectivo de los seres humanos.
Sería interesante oír a los
candidatos presidenciales su opinión acerca de la salud mental de los chilenos,
acerca de sus estrategias y compromisos en esta área, máxime, cuando la candidata
que tiene más posibilidades de ostentar la representatividad nacional, es un
profesional del área de la salud, impulsora y gestora del sistema AUGE, que
hasta el día de hoy no es un real acceso universal de ciertas garantías
explícitas a la salud. Porque en temas de salud, pasa lo mismo que en
educación; hay lucro, mala calidad y abusos.
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