Ir al contenido principal

El Desastre de Chañaral 25 de Marzo

La madrugada del 25 de marzo de 2015 había sido muy larga. Llovía en la Cordillera y se sabía que el Río Salado bajaría a la costa con una crecida como la del aluvión de 1972. En Chañaral se habían realizado algunos preparativos, como medidas de contención para el agua que bajaría por el costado de Calle Salado.

El rumor decía que a las 04:00 de la madrugada, la masa de agua llegaría al pueblo de El Salado, y que cerca de las 06:00 se esperaba llegara a Chañaral.

Nosotros con Jaime tenemos a cargo el diario electrónico www.chañaralaldia.cl y yo tenía información que iba actualizando por facebook a medida que transcurrían las horas. Lo cierto es que se sabía bien poco. De Diego de Almagro no se tenía información, las comunicaciones ya estaban fallando. Supimos que de madrugada se había decidido cortar la Ruta 5 a la altura del empalme que dirigía a Antofagasta y de Salado, que estaba bajando el río con fuerza.

Eran más de las 06:00 de la mañana cuando dejamos de recibir información, se nos acababa la batería del computador y ya se había cortado la luz. A las 07:30 habló el gobernador por una radio nacional. Lo que dijo fue lo último que publiqué. Cansada, me dormí con el computador prendido.

Desperté como las 11:30. No había luz, agua, ni internet. Los computadores estaban muertos. Los celulares no tenían red. Desayuné sin preocuparme de lo que pasaba, seguro había bajado el Río y ya debía estar todo controlado.

Pasadas las 13:00 horas decidimos ir a Calle Salado para ver qué pasaba, tal vez podríamos tomar unas fotos para el diario.

Lo que vimos cuando llegamos al costado de la cárcel, en la Avenida La Paz, no cabía en nuestros ojos. El dueño de la ferretería El Bosque venía pálido diciendo que había perdido todo, que su camión se lo había llevado el Río. El paso bajo nivel estaba inundado y unas pocas personas estaban mirando.

Nos acercamos a la carretera y lo que vimos era sacado de una película apocalíptica. La calle, la carretera, la quebrada, todo eso era un río torrentoso de más de 200 metros de ancho. Llevaba tolvas de camiones de carga, aljibes, maquinaria pesada y los techos de zinc parecían papeles arrugados por una fuerza sobrenatural. Vehículos destruidos, personas en la ribera contraria del improvisado Río, sobre los techos de las casas, que estaban completamente inundadas.

Los de acá mirábamos a los de allá, sin saber que nosotros seríamos llamados por las noticias como los "aislados", los de la población Aeropuerto. Lo cierto es que eso no nos preocupó en el primer momento. Era demasiado impactante ver la calle Merino Jarpa, pleno centro de Chañaral, cubierta por al menos un metro y medio de agua y ver flotando de un lado a otro vehículos, poblaciones que ya no estaban allí, la carretera prácticamente había desaparecido bajo un inmenso río café que ahora llegaba al mar.

Fuimos hacia el costado del relave. Las millones de toneladas aparecían ahora cubiertas por un barro café, donde se hundían poco a poco decenas de vehículos que habían sido arrastrados por la corriente. Vecinos de Aeropuerto sacaban personas del lodo con cordeles, los trabajadores del circo trataban de rescatar sus animales y los habitantes de la población no lo podíamos creer.

A lo lejos, unos trabajadores que estaban sobre el techo de un galpón, pedían ser rescatados, al igual que dos hombres que se abrazaban y agitaban una polera blanca sobre un camión de pullman.

Ese fue el inicio de todo para nosotros. Más tarde nos enteraríamos que los carabineros que hacían ronda por el Aeropuerto también se habían quedado aislados. Había sólo un bombero y varios buses llenos de pasajeros que habían alcanzado a salir de la carretera para el lado norte de Chañaral. 

Creo que la misma estupefacción fue la que no nos hizo decaer. Los negocios pequeños siguieron funcionando, la gente se las ingenió para producir pan, algunos tenían red de celular y podían saber qué pasaba fuera del Aeropuerto. Así fue como nos hicieron evacuar. 

Alguien echó a correr el rumor que el Tranque Pampa Austral (propiedad de Codelco), se había rebalsado y que venía bajando y destruyendo todo a su paso. Nadie sabe de dónde salió ese rumor. Lo cierto es que la gente de Aeropuerto entró en pánico y comenzó a evacuar al sector de San Expedito, camino al Parque Nacional Pan de Azúcar.

Infructuosos fueron los esfuerzos de los tres o cuatro carabineros que pasaban por las calles con altavoz diciéndole a la gente que la alerta era falsa, que no había que evacuar. El pánico se apoderó de la gente que atiborró vehículos de frazadas, carpas y todo lo que pudieran salvar del aluvión que se venía por culpa del tranque.

Nosotros también fuimos literalmente cargados a un vehículo. Pasamos horas de incertidumbre en el cerro, sin saber qué pasaba en Chañaral, muchos no sabían nada de sus familiares que estaban del otro lado. Entre ellos, estaba Jaime, que no había podido contactarse con nadie de su familia. Fue un día muy largo. Cerca de las 21:00 horas, recién pudo hablar con uno de sus hermanos. Lo habían perdido todo, pero afortunadamente habían conseguido escapar del aluvión.

Desde el cerro se veía Chañaral cubierto por un manto café, lleno de escombros, lo que alguna vez había formado parte de casas, de negocios, estaba ahora diseminado en kilómetros.

Nuestra vida había cambiado en un par de horas. Lo que no sabíamos era que esta catástrofe estaba recién empezando y que sólo habíamos presenciado una pequeña parte.


Comentarios

Entradas populares de este blog

V.I.F.

La Vida Inmensamente Feliz de quien camina por la feria de la mano con ese hombre despiadado de sonrisa atrayente. Es la vida de una mujer silenciada acallada por la vergüenza y el temor. Desde los quince años su historia cual marejada en un invierno que no acaba está saturada de marcas invisibles que su ser amado le tatuó. Cuántas veces se preguntó de quién fue la culpa, cuántas más suplicó para acabar con todo mientras el abismo se hacía profundo y el dolor se impregnaba áspero en los huesos. No cesaba de cargar con todo, los niños, la casa, el amor, cuando en otro lugar de su morada ese hombre cercano la intimidaba con la mirada fija. Tantas veces se paralízó, tantas veces la mano invisible del miedo la detuvo y tapó su boca que desesperada gritaba desgarrada  ¿Cuándo te detendrás? Es la cara de la Vida Inmensamente Feliz, esa que maquilla cuidadosamente para salir de compras y a las reuniones de la escuela, esa vida solitaria, sin familia y amigos que e

El hombre sonriente de los ojos marinos y yo.-

No me acuerdo muy bien de qué estábamos hablando con el Jaime, cuando de improviso realizó una pequeña reflexión. Me dijo  “–En todas las fotos contigo, salgo sonriendo”. Y yo, incrédula, pensé que seguro estaba exagerando. La verdad es que mi compañero no se equivocaba. Prácticamente en todas las fotos que salimos juntos (en que está despierto), aparece con una expresión muy alegre y jovial. Este hombre sonriente apareció en mi vida un soleado 25 de enero del año 2012, algo así como la una de la tarde. Se presentó en mi oficina con una consulta (excusa) jurídica, que yo me aboqué a responder (evadir) con mucho interés. La conversación nos duró algo así como dos horas, luego de las cuales nos convertimos en amigos de toda la vida. Ese mismo día, para no perder el contacto, el hombre sonriente me envió un correo electrónico con los link de varias de sus columnas publicadas en medios electrónicos y me habló de toninas en la bahía de Chañaral. Un par de días después, aparecería en m