Hace un par de semanas, decidí tomar unos días de descanso y pasar algo de tiempo con mi familia en La Serena. Para el viaje, fui a la biblioteca en busca de algún libro “livianito” que me hiciera reír un rato, sin muchas complejidades y absolutamente alejado de mi vida cotidiana. Para variar, me llamó la atención un ejemplar de estridente tapa rosada, que en su portada rezaba “Desencantadas”, y me decidí a averiguar cuál era el motivo del desencanto de la autora y sus afines. El libro resultó ser una alegoría del divorcio y sus consecuencias en la mujer que ha sido educada en la creencia de que algún día llegará a su vida un príncipe azul, y a quien nadie le dijo que los hombres tenían tantos defectos como las princesas que los habían soñado desde que eran unas niñas. Esta arriesgada autora, culpaba descaradamente de los fracasos amorosos de las personas a las historias que de niñas nos leían nuestros padres escritas por los hermanos Grimm y Walt Disney, sobre sufridas...