Después de haber tenido esa canción de Bebe tanto tiempo en la pared de mi oficina, después de haberla escuchado tantas veces para preparar el video de las actividades... hoy recién vengo a caer en cuenta de la enseñanza que esa canción me dejó.
Mientras me encontraba en un instante de reflexión, volví a revivir esos miedos que me han perseguido desde siempre: el temor al rechazo, a no sentirme querida ni apreciada, a que no se me valore, a ser considerada un objeto, y un largo etcétera de inseguridades.
Estaba en eso, cuando descubrí que algunos miedos ya se habían esfumado... por ejemplo, ahora me da lo mismo el rechazo, porque no siento la necesidad de que alguien me apruebe o que me acepte. No tengo ese vacío que debía llenar con lo que otra persona pensara o sintiera por mí.
Y así fue como entendí esa parte de la canción que dice "que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño".
Pasé tanto tiempo dejando que me dañaran, sin protegerme, sin ponerle freno a estas situaciones, dejándome maltratar, dejándome pisotear, estando con alguien que no me quería, y aunque lo intuyera, permitía que estas actitudes se perpetuaran.
Pero ahora todo es tan distinto. Me siento con otras herramientas para enfrentar las relaciones. Creo que por fin puedo ser capaz de evaluar a una persona por si me conviene o no, si quiero estar con ella o si no, si me puede dar algo positivo o no.
Eso que parece tan básico, es algo que no había podido hacer nunca, porque como leí por ahí, yo siempre he escogido a los hombres que no me gustan, porque necesitaba cambiarlos, necesitaba "hacer que me gustaran" y a eso enfocaba mi lucha.
Hoy no sé si pueda elegir a un hombre que me gusta, pero por lo menos me quedo con la tranquilidad de poder identificar lo que no me gusta y detenerme sin temor. Total, más sola que ahora no voy a estar y con que yo me quiera y me acepte, me es suficiente para vivir feliz.
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