Ha pasado tanto tiempo desde aquella época en que mis virginales oídos escucharon por primera vez los acordes rasposos de una guitarra eléctrica.
Debo haber tenido como tres o cuatro años cuando mi mamá ponía la radio Concierto y escuchaba Metallica a todo volumen, mientras hacía los quehaceres del hogar y mi papá no estaba, porque si no era show... cómo se le ocurría escuchar eso tan fuerte.
Y con el paso de los años, me fui haciendo de conocidos y de amigos rockeros, reconociendo ese mundillo como parte de mi identidad.
El tema es que, a los ojos de mi papá, yo me debía "rehabilitar" del Rock y en especial del Metal, porque es "satánico, de vagos y curados"... Jajaja... y su hija metida en tocatas, maquillada con recargo, de punta en negro cada weekend, y más encima abogada. Se veía feo.
Al principio, escuchaba Heavy por culpa del Ricardo (Satán, hoy Hell Drum), así que de ahí al Speed Metal, un solo paso. Andaba escuchando todo el día Iron Maiden, hasta que le dio con Stratovarius, Rhapsody y Edguy... A mí me gustaba un poco Hammerfall, porque lo encontraba más pesado. Y mientras esos dulces acordes pasaban por mis orejitas y otros notables, como Judas Priest, nos cambiamos al Glam.
Y esa cuestión fue un descubrimiento, porque yo estaba en el útero de mi madre cuando se escuchaban esos grupos de vocalistas con pelo escarmenado (algo que jamás he podido hacer con mi pelo, a pesar de mis dolorosos intentos) y calzas de lycra con chaquetas de cuero con tachas y transparencias. Gozaba ene escuchando y reviviendo a Europe, Whitesnake, Poison, Van Halen, Scorpions, Mötley Crüe y mis personalmente favoritos Skid Row. Aparecieron hasta cassettes de esa época en mi poder. Por ahí me regalaron el "Flesh & Blood" de Poison en ese formato entero obsoleto, pero bacán al fin y al cabo. Además, que todavía se me paran los pelos cada vez que escucho "Les´t get Rocked" de Deff Leppard, o "Anybody Listening" de Queensryche.
Después, como mi papá seguía odioseando que eso era satánico (aunque él no es nada religioso), radicalicé mi posición metalera y terminé carreteando al estilo Death, hasta me compré una polera de Cannibal Corpse (caníbal cuerpecito, para los amigos), la carátula del "Tomb of Mutilated", para que hablara con razón. Escuchaba unas weás muy locas, en la misma línea Six Feet Under, Death, Venom, Sodom y ya más distorsionada con Carcass y Napalm Death. Como el gritoneo estaba de moda por la época, también escuchaba música de "polola de metalero", o sea, Black Metal, lo que se reducía en mi caso a Craddle of Filth, más por moda que por gusto, pero también tenía algunos favoritos como Dimmu Borgir y Dark Funeral (Dark Funeralito para mí).
Y de ahí a escuchar de todo, un paso. Las circunstancias de la vida me hicieron ampliar la mente para terminar teniendo un gusto musical que incluye desde folklore, pop, clásico, todas las variedades del rock y casi todos los estilos musicales, menos esa rotería de reggaeton, el reggae y el bossa nova.
En estos últimos meses, me encuentro explorando un mundillo que había evadido también de puro rebelde, todo porque no me gusta Metallica. Descarté un estilo completo... y me arrepiento horrores, porque de mi adoración por Motörhead (escuchando mientras escribo "Murder Show"), a pasar a escuchar Megadeth, un paso. Y lo estaba dejando ahí, pero algo me dijo que no y aparecieron en mi vida Slayer, Sepultura, Overkill y Exodus. Mientras la gente podrá pensar que esta dulce y sonriente abogada va escuchando cualquier cosa mientras paseo por la costanera en la pequeña ciudad de Chañaral, les aclaro que se equivocan. Lo más probable es que vayan ardiendo mis oídos con el Trash Metal de mi nuevo regalón, Testament.
Toda esta historia tiene un sentido. Llevo más de diez años escuchando metal, en casi todas sus fascetas. Cuando ya pensaba que lo había dejado como uno más de los tantos estilos de música que han pasado por mi vida, me doy cuenta que no. Que independiente de escuchar todo lo demás, soy una metalera, una Metal Goddess, aunque no se me note por fuera. A ratos extraño esas noches de puro hard rock, con mi chaqueta de cuero, mis bototos (que murieron como toda la indumentaria metalera, en la batalla y de viejos), los ojos negros ("pareces mapache" me decía mi papá antes de salir), las escudo y la cajetilla blanda, porque era más barata.
Sé que los tiempos pasados no volverán y no pretendo ser una vieja jubilada de ojos negros y pantalones de cuero, porque el look es importante, pero no lo principal (aunque a mí me encanta la producción y merchandising del metalero). Lo importante es no dejar que la madurez mal enfocada dañe una parte de la identidad de las personas.
Así que seguiré siendo una Metal Goddess, hasta el fin de mis oscuros días, en que terminaré ardiendo en las llamas del infierno, mientras mis padres me miran con reprobación desde su aburrido cielo. (jajaja)
Como dijo uno por ahí, cual Sócrates de nuestro tiempo: "Me quiero ir al infierno, porque en el infierno hay sexo".
Como dijo uno por ahí, cual Sócrates de nuestro tiempo: "Me quiero ir al infierno, porque en el infierno hay sexo".
lml
Long live to the Metal
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