Aunque parezca extraño, la semana pasada estuvo bastante cargada a la vida social. Carretes, reuniones espontáneas y flirteos fugaces, toda una mezcla de cosas extrañas que le dieron color a este tiempo de aburrimiento en Chañaral.
Sin embargo, después del fin de semana largo, me vino el bajón de tanta actividad y me siento en un período de relajo depresivo necesario, algo así como la vuelta a tomar conciencia de la soledad.
Creo que todo lo que viví la semana pasada fue un espejismo, cosas que nunca ocurrieron o puede ser que mi imaginación sea tan grande que haya creado una especie de realidad paralela, con nuevos personajes, como una Jose en el país de las maravillas, con todo y sombrerero loco.
Al llegar el miércoles, primer día de trabajo después del relax, me sentía como si tuviera que dejar de lado todos esos pequeños instantes de alegría y jolgorio, para retornar a la rutina. Y aunque no me deprime trabajar, tuve la sensación de quedarme más sola que antes y creo que eso se debió a que me había acostumbrado en cierto modo a la compañía.
En todo caso, este tiempo de bajón se me hace agradable, porque encuentro que es una nueva oportunidad para realizar un análisis introspectivo.
Y luego, los días cambiarán nuevamente, la vida nos mostrará nuevas posibilidades y el sol saldrá otra vez. Es tiempo de lunas.
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